Hemos vuelto

Hace poco más de un año, durante la noche en la que el Deportivo pasó a ser un equipo de Segunda división, escribí un post titulado A Segunda, sí, pero volveremos. El de hoy es una respuesta en forma de reflexión a mis dudas y comentarios de aquella noche del 21 de mayo de 2011.

La estrategia austera que estaba llevando el Dépor estos últimos años pasaba por mantenerse en Primera, y no creo que podamos mantener ese ritmo de devolución de deuda estando en Segunda. Es posible que el primer año en la categoría de plata sea factible (principalmente por la cantidad que obtengamos del seguro de descenso), pero si tardamos más de una temporada o dos en regresar a Primera, estaremos en una situación muy complicada. Confío en el buen criterio de nuestro presidente Lendoiro para gestionar la situación; muchos lo critican sin parar, pero todos los milagros y títulos que han sucedido en estas 20 temporadas en Primera no existirían de no haber sido por él.

Y no me equivocaba al confiar en Augusto. A su más puro estilo, hizo una apuesta muy arriesgada y totalmente opuesta a lo que suelen hacer los clubes ante un descenso. El Dépor, que de por sí tenía una situación económica peligrosa, conservó sus mejores jugadores en lugar de (mal)venderlos para conseguir efectivo de forma rápida. Jugadores por los que se podían haber ganado grandes cantidades, como Aranzubia, Colotto o Guardado, no fueron vendidos pese a las abundantes ofertas existentes. Lendoiro consideraba que esos jugadores serían piezas clave para el regreso a Primera y que venderlos sería pan para hoy y hambre para mañana. El éxito de esta decisión es indiscutible, de hecho creo que ni él mismo era consciente de hasta qué punto estos jugadores iban a ser decisivos.

Hay dos (jugadores) en concreto que bajo ningún concepto merecen jugar en Segunda División; sus nombres son Daniel Aranzubia y Juan Carlos Valerón. Es un pecado que el “Flaco” vaya a jugar su última temporada en la categoría de plata. Ojalá que el destino sea justo y el de Arguineguín cuelgue las botas devolviendo el equipo a Primera, y lo digo pensando en él más que en el Dépor.

El destino fue justo. El «Flaco» no sólo puede dormir tranquilo pensando que nos ha devuelto a Primera, sino que además nos va a regalar a todos (no sólo a los deportivistas) una temporada más en la que repartirá Magia por todos los estadios de la máxima categoría española. Por su parte, Dani Aranzubia, se quedó en el Deportivo rechazando ofertas de Primera y del extranjero, y durante esta temporada sus guantes han salvado incontables puntos para el ascenso. Se quede o se vaya este verano, puede hacerlo con la cabeza bien alta y con el cariño de Coruña en su maleta, igual que su compañero Andrés Guardado.

También debo recordar que en la gran mayoría de los partidos en casa estábamos los 12.000 de siempre en Riazor. Precisamente es por ello que este descenso tal vez venga bien a una ciudad que hasta el último momento no supo apreciar lo que es tener un equipo en Primera. Me gustaría que todo el deportivismo que ha habido en la ciudad en la recta final de la Liga esté también presente el año que viene; es la única forma de devolver al Dépor a Primera. Sería muy bonito que el número de socios aumentase pese al descenso, como ocurrió por ejemplo en el caso del Atlético de Madrid, ahí es donde se demuestra cuáles son las verdaderas hinchadas.

¡Vaya si vino bien! Los 12.000 de siempre nos convertimos en 28.000 espectadores de asistencia media (más que 10 estadios de Primera y el triple que cualquier otro estadio de Segunda), y el número de socios creció desde los 20.000 hasta rozar los 26.000. Desde que el Deportivo dejó de disputar la Champions League, muchos aficionados habían dejado de ir al estadio progresivamente hasta alcanzar una entrada ridícula. El descenso puso muchos pies en el suelo y devolvió la gente a la realidad: somos el Dépor, los años gloriosos ya han terminado, tenemos que apreciar lo que hay y empujar al equipo para que vuelvan los buenos tiempos, no abandonarlo para ver al Madrid o al Barça desde el sofá de casa.

También debo añadir que, aunque el objetivo era única y exclusivamente el ascenso, no sólo hemos conseguido eso, sino que además lo hemos hecho bien. Somos Campeones de la Segunda División, un título que nunca habíamos logrado desde que esta categoría está unificada a nivel nacional (habíamos sido campeones del grupo Norte). También hemos batido el record de victorias en esta división (28) y hemos igualado la marca histórica de puntos (88), todo ello a falta de un partido. Además otro de los alicientes de esta temporada era el rencuentro con el eterno rival, frente al que logramos ambas victorias, tanto en Riazor como en Balaidos.

En el terreno personal me ha dado mucha pena vivir esta temporada tan especial desde la distancia debido a mi Erasmus. Aun así ello no me ha impedido asistir a varios partidos (Celta, Xerez y Murcia como local, Guadalajara y Celta como visitante).

En resumidas cuentas, la pesadilla de Segunda tuvo un final feliz. Disfrutemos de ello y sobre todo no dejemos que la historia se repita. Forza Dépor.